Arte Poética
Desde el fondo
de los tiempos existe lo que se llama Arte Poética, que para Aristóteles era el
orden, el número, la medida que los versos debían tener para ser perfectos.
Citados Por
Juan Forn en Cómo me hice viernes
“Augusto Monterroso confesó una vez que
aspiró toda su vida a inventar un género que tuviera algo de ensayo y algo de
cuento, algo de poema y algo de confesión, más o menos breve y muy libre, en
tono aparentemente melancólico pero envuelto en ligero humor, recurriendo a citas
de conocidos y desconocidos que existieron en la realidad o no, con un estilo
perfecto pero que no se note o que incluso parezca descuidado, como redactado
por alguien que lo hiciera para cumplir un requisito que no puede eludir.
Borges lo definió a
su manera: “Preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas,
intercalar en un relato rasgos circunstanciales, simular pequeñas
incertidumbres, ya que si la realidad es precisas la memoria no lo es, narrar
los hechos como si no se los entendiera del todo, recordar que las normas
anteriores no son obligaciones y que el tiempo se encargará de abolirlas”.
Sergio Larrain
Miércoles. Lo
primero de todo es tener una máquina que a uno le guste, la que más le guste a
uno, porque se trata de estar contento con el cuerpo, con lo que uno tiene en
las manos y el instrumento es clave para el que hace un oficio, y que sea el
mínimo, lo indispensable y nada más. (...)
El juego es
partir a la aventura, como un velero, soltar velas. Ir a Valparaiso, o a
Chiloé, por las calles todo el día, vagar y vagar por partes desconocidas, y
sentarse cuando uno está cansado bajo un árbol, comprar un plátano o unos panes
y así tomar un tren, ir a una parte que a uno le tinque, y mirar, dibujar
también, y mirar. Salirse del mundo conocido, entrar en lo que nunca has visto,
dejarse llevar por el gusto, mucho ir de una parte a otra, por donde te vaya
tincando. De a poco vas encontrando cosas y te van viniendo imágenes, como
apariciones las tomas.
Luego que has
vuelto a la casa, revelas, copias y empiezas a mirar lo que has pescado, todos
los peces, y los pones con su scotch al muro, los copias en hojitas tamaño
postal y los miras. Cuando se te hace seguro que una foto es mala, al canasto
al tiro. La mejor las subes un poco más alto en la pared, al final guardas las
buenas y nada más (guardar lo mediocre te estanca en lo mediocre). En el tope
nada más lo que se guarda, todo lo demás se bota, porque uno carga en la
psiquis todo lo que retiene.
Luego haces
gimnasia, te entretienes en otras cosas y no te preocupas más. Empiezas a mirar
el trabajo de otros fotógrafos y a buscar lo bueno en todo lo que encuentres:
libros, revistas, etc. y sacas lo mejor, y si puedes recortar, sacas lo bueno y
lo vas pegando en la pared al lado de lo tuyo, y si no puedes recortar, abres
el libro o las revistas en las páginas de las cosas buenas y lo dejas abierto
en exposición. Luego lo dejas semanas, meses, mientras te dé, uno se demora
mucho en ver, pero poco a poco se te va entregando el secreto y vas viendo lo que
es bueno y la profundidad de cada cosa.
Sigues viviendo
tranquilo, dibujas un poco, sales a pasear y nunca fuerces la salida a tomar
fotos, por que se pierde la poesía, la vida que ello tiene se enferma, es como
forzar el amor o la amistad, no se puede. (...) Sigue lo que es tu gusto y nada
más. No le creas más que a tu gusto, tu eres la vida y la vida es la que se
escoge. Lo que no te guste a ti, no lo veas, no sirve. Tu eres el único
criterio, pero ve de todos los demás
Texto mío cuando me pidieron un párrafo de declaración sobre mi trabajo:
“Frente a la
construcción deliberada, escenificada y actuada hasta sus mínimos detalles, la
que pareciera ser la salida más aceptada y exitosa de la renovación de la
fotografía tradicional, yo prefiero una fotografía que, sin renunciar a la
conciencia de sus posibilidades, persiga el cruce entre la construcción y lo
aleatorio. Me interesa dejar la puerta abierta al riesgo, el error, la sorpresa
y lo inesperado”.
Juan José Saer:
“Yo rara vez pienso
en los lectores cuando escribo. Mi tarea como escritor es intentar modificar
las formas narrativas y el sistema de representación. Eso supone una cierta
dificultad, a veces incluso un cierto hermetismo. Pero es el mismo carácter
hermético que tienen los objetos cuando los percibimos. No es el arte, sino
nuestra percepción, que nunca es del todo satisfactoria, la que nos condena a
esa incertidumbre y todo el arte del Siglo XX se ha hecho cargo de esa
opacidad”.
César Aira:
Mi punto de
vista es el del escritor que busca inspiración, estímulo, procedimientos y
temas en la pintura. Es decir, un personaje clásico, casi convencional, y casi
inevitable. Un comienzo posible de la historia de la literatura, en todo caso
un mito de origen, sería el del primer poema, el primer relato, como
descripción o interpretación fabulosa de un dibujo o una estatua. Contarles a
los amigos o a los vecinos de caverna cómo cacé un bisonte es un simple acto de
comunicación, al que la lengua es puramente funcional; pero contarles la
historia que sugieren esos bisontes y cazadores pintados en la pared… eso bien
podría ser un anticipo de literatura. La mediación de las imágenes impone una
distancia, y la distancia crea un espacio, en el que las palabras pueden
resonar y multiplicar su expresión más allá de lo utilitario.
Textos
académicos
Un comienzo
firme es estudiar lo que se ha escrito sobre el tema al que nos vamos a
dedicar. La lectura debe ser crítica, no sólo informativa. Debemos sacar
conclusiones, tomar partido, estar abiertos tanto a cambiar nuestras
impresiones como a trabajar para argumentar nuestro punto de vista original.
Mente abierta, especulación de ideas, capacidad de autoanálisis: todas cosas
que ayudarán a proyectar un trabajo original y de interés para los demás.
¿A quién nos
dirigimos? Otra vez estamos hablando del lector modelo o lector imaginario.
Escribir no es tan distinto a programar. Trabajamos sobre un código compartido,
encriptamos sentido. Lo particular es que el download no es “perfecto”, el
lector, al reconstruir nuestras “instrucciones” al programa, siempre lo hará a
su manera, siempre será en parte autor de lo que entienda de nuestro escrito.
¿Sobre qué
vamos a escribir? A veces el tema llega solo, se impone. En otros casos puede
tratarse de un encargo o la culminación de un interés coherente en una zona de
la práctica o la investigación teórica.
Una misma
cuestión nos puede llevar por líneas de trabajo muy diferentes. Podemos, por
ejemplo, investigar las transformaciones en la representación digital de
la realidad para meternos en la zona de la tecnología de los sensores, los
vericuetos de la captura de la luz y el color. Pero también para estudiar las
transformaciones recientes e inferir de ellas su impacto en la cultura, y más
específicamente, en las formas de percibir y leer la fotografía.
De esa
investigación puede devenir una obra artística. Duchamp, Fontcuberta, el mismo
Aira, el escritor español Enrique Vila Matas, y tantos otros, teorizaron sobre
el arte y su práctica y su obra fue una suerte de tesis o demostración de sus
ideas. La Rayuela de Cortázar, sin ir más lejos.
Podemos
investigar una zona de la historia de la fotografía que sintamos que tiene que
ver con nuestra práctica y nuestra búsqueda. Con frecuencia de ese punto de
partida suelen resultar textos de “trinchera”. El autor toma partido, hace una
lectura interesada –en el mejor de los sentidos- de la historia, de las
escuelas. Por eso un trabajo de investigación o académico puede hacer un corte,
provocar, defender, convocar.
A veces, sin
embargo, la razón de todo está esperando en el final del recorrido. Una
búsqueda abierta, zizagueante, por momentos aleatoria o azarosa, puede dar
lugar, con el tiempo, a una serie de convicciones o certezas, a un sistema de
ideas o un aparato de interpretación teórica. Yuyo Noe, sus escritos sobre arte
y su práctica de la enseñanza son un ejemplo.
En cualquier
caso, es importante trabajar a conciencia en la delimitación de nuestro objeto
de estudio y en nuestra hipótesis general de trabajo. Nos debería
bastar un párrafo para describir ese punto: objeto de estudio e hipótesis de
trabajo.
Aunque la
producción de material académico debe seguir ciertos estándares relacionados
con la fundamentación y la aportación de ideas o procesos originales, sigue siendo
clave determinar a quién le escribimos. Hay investigadores que escriben para la
academia: no se apartan de la terminología y las convenciones, hay marcas y
guiños, sobrentendidos que demuestran una voluntad de pertenencia. En otros
casos el lenguaje claramente apunta a trascender el ghetto. Puede haber un
propósito de divulgación asociado o no a una intención de que el texto permee
en la sociedad en un sentido más amplio, que tenga, acaso, un poder de
influencia y transformación. En la filosofía o en las ciencias políticas muchas
veces es clara la diferencia entre una y otra tipología, aunque por supuesto
abundan los híbridos.
El método. La
investigación, muchas veces, se parece a la instrucción de un caso policial
(Umberto Eco). El investigador o teórico, busca, revolviendo archivos, haciendo
entrevistas, realizando trabajo de campo, aquellos datos o pruebas que
confirmen sus teorías. En el trabajo de documentación pueden aparecer nuevas
hipótesis, nuevos puntos de vista, que reafirmen o refuten la hipótesis
original.
Escribe Umberto
Eco que hay tesis de investigación, como las que estuve describiendo, pero
también tesis de compilación. Tan válidas unas como las otras.
Lo primero que
hay que saber es que escribir un texto académico se trata de un continuo:
Escribir-Editar-Reescribir. Los textos académicos pueden ser:
Informes: describen y analizan de manera detallada y ordenada fenómenos, datos,
conceptos, ideas, hechos o sucesos.
Ensayos: consisten en desarrollar un tema, hecho o acontecimiento sin el
requerimiento de aportar información que respalde nuestro análisis, siendo
rigurosos en la argumentación y la consistencia del discurso.
Monografías: consisten en recabar información sobre un tema específico,
seleccionarla, compararla y analizarla con rigor y parsimonia.
Tesis o papers: refieren a un tema o fenómeno específico cuya investigación e hipótesis
debe ser original y utilizando métodos apropiados
Este tipo de
escritura es casi invariablemente planificada. Se desarrolla en el tiempo, con
marchas y contramarchas, consultas, hipótesis que se ponen a prueba y a veces
resisten y a veces, no, etc. Etc.
Algunas
particularidades de la escritura académica
La claridad del
texto y la inteligencia de sus argumentos no mejoran por usar palabras
rebuscadas ni argumentos confusos. La inteligencia de las ideas está dada por
la complejidad del tema y la profundidad del pensamiento.
Minimizar las
construcciones pasivas. Ej.:
Las tendencias
estetizantes y manieristas del periodo de paz y prosperidad fueron abandonadas
a causa de la guerra.
La guerra
terminó con las tendencias estetizantes y manieristas del periodo de paz y
prosperidad.
Disminuir los
adjetivos. Adjetivar demasiado puede ser un síntoma de que el texto está mal
fundamentado o argumentado.
Emplear oraciones
cortas: las oraciones largas, por lo general, son más difíciles de entender que
las cortas. Esto se debe a que en oraciones largas: a) el sujeto suele estar
más apartado del verbo, lo que genera confusión u obliga a releer; b) las
oraciones largas contienen tanta información que dificulta al lector extraer el
material importante. No hay un número máximo de palabras establecido, pero en
los textos académicos suelen emplearse oraciones menores a 25 palabras.
Ya sea en las
revistas científicas o en las jornadas, congresos o simposios la escritura
académica tiene ciertas particularidades que necesitamos conocer antes de
ponernos a escribir.
Es importante
evitar la composición oscura o la retórica en la escritura: una redacción que
usa reiteradas veces grandes y rimbombantes palabras no es un texto más
inteligente, ni expresa necesariamente una gran idea. Cuando la prosa es
ambigua o confusa, no se advierte de inmediato lo que se quiso decir y los
lectores hacen sus propias interpretaciones, a veces, contradictorias. Las
partes de un texto son:
· Título
· Nombre de
autor/es y datos de filiación académica
· Resumen·
Introducción: donde se presenta el problema, el argumento, hipótesis, el/los
objetivos del texto y la metodología utilizada. Algunas personas incluyen una
breve síntesis de la organización del texto.
· Desarrollo
del texto: donde se presenta la información y el análisis que hemos realizado.
Puede organizarse en apartados que facilitan la lectura y organización de las
argumentaciones.
· Conclusiones:
donde se recuperan los resultados del análisis presentado en los apartados. Es
un texto breve y esquemático. No se presenta evidencia nueva.
· Bibliografía:
sólo debe incluirse la bibliografía citada. Existen diversos tipos de formas de
citas.
(guardado como
PDF)
Pasos para la
escritura de un texto académico
Es bueno saber
que lo primero que vayamos a escribir será un borrador y sólo eso, al cual
deberemos revisar, editar y reescribir por lo general varias veces hasta
obtener el resultado final.
Si logran
escribir todos los días quince o veinte minutos, en tres semanas es probable
que obtengan un mejor texto que si se sientan dos horas seguidas un día a la
semana, porque escribiendo poco cada día podrá revisar lo escrito, reeditarlo y
reescribirlo.
Establecer una
rutina de trabajo adecuada a la fecha de entrega.
Empezar por dar
forma a un borrador. Apuntar ideas, formas posibles de estructurar el texto. En
el borrador buscamos tener una idea clara de qué queremos escribir. No hay nada
más difícil que escribir un texto cuando no sabemos qué queremos escribir. Una
vez que tengamos ese primer escrito:
· Distinguir del caos, las ideas que
consideremos interesantes para desarrollar.
· Buscar conexiones entre las ideas.
· Pensar en las referencias
bibliográficas que nos podrán ser útiles.
· Trazar las líneas para el segundo borrador.
En este primer
borrador van a estar expuestas las primeras decisiones que tomamos para
seleccionar qué nos interesa y cómo quisiéramos analizarlo. Será más fácil
seguir con la tarea de escribir si le comentamos a algún compañero, compañera o
colega lo que estamos escribiendo y le pidamos que nos de sugerencias. Decirlo
en voz alta es útil también para aclarar las ideas, ya que no obliga a
escucharnos. Los académicos que escriben asiduamente saben que escribir es un
trabajo de colaboración. Por ello suelen organizar encuentros y hacer circular
sus ideas y escritos para recibir comentarios, sugerencias y críticas que
ayuden a mejorarlo. El caso de los alumnos de posgrado es igual. Por eso es
bueno reunirse con otros compañeros para escribir, comprometerse con algún
compañero a revisarse los textos mutuamente o compartir la escritura y ser
coautores. Todo esto hará del trabajo de escribir una actividad más fácil e
incluso placentera. Lo que debemos evitar es pensar que para enviar nuestro
texto a alguien es preciso que el texto esté listo, porque nunca lo estará
hasta que termine el proceso y debamos enviarlo. En ese momento la lectura ya
es tarde. Es preferible aprender a compartir el texto en todas las etapas del
proceso.
Para mantener
la escritura fresca es necesario retomar el texto todos los días. Si lo dejamos
por varios días sin trabajar, cuando retomemos la escritura no llevará varios
minutos, incluso media hora, ponernos en sintonía con las ideas que queremos
desarrollar.
Los resúmenes
son buenas herramientas para pensar detenidamente nuestro texto. Estos
incluyen:
- El objeto de estudio: el fenómeno a investigar y los trabajos que lo discuten.
- Lo significativo de tu aportación: explicación sobre la singularidad del tema o de la particular manera de abordarlo.
- El marco teórico: la perspectiva teórica en la que te basás para analizar y discutir el tema.
- El argumento: lo que tu análisis reveló acerca de objeto de estudio, de los enfoques actuales relacionados con el objeto de estudio o respecto de la sociedad examinada.
- Las pruebas: evidencia que confirma tu argumento acerca del objeto de estudio o elementos de éste que analizás.
El ensayo
Extracto y
notas de La forma del ensayo: el margen (Augusto Albajari), página 199 de
Permítame contarle una historia.
Theodor Adorno
/
El ensayo no
acepta una definición unívoca, sino que necesita de una descripción. “La
brevedad, el empleo de la prosa, la naturaleza informal de la exposición”
(Jaime Rest).
El tema puede
ser tan lábil como particular: desde la forma de comunicarse de una especie
animal a cuestiones morales, filosóficas, políticas, literarias, históricas,
biográficas, científicas o narrativas.
Por lo general
es un texto breve en prosa en el que prima la exposición e interrelación de
ideas antes que la imaginación, aunque hay excepciones (ensayos en verso y
ensayos larguísimos). Ha sido definido como el centauro de los géneros: mitad
lírico, mitad científico.
El surgimiento
del ensayo puede ubicarse en la última mitad del siglo XVI con la publicación
de la obra de Montaigne, una alternativa a la prosa científica de entonces. El
ensayo se configuró como la otra forma de exponer ideas, que no se articulaba
con la minuciosa comprobación y verificación. En el ensayo es tan importante el
atractivo de la presentación como la validez de los juicios enunciados. Otro
rasgo del ensayo es la perspectiva del yo que despliega las ideas, compara,
concluye, etc. Casi como una contracara del texto científico, más impersonal y
atado al método particular de su ciencia de referencia, el ensayo tiene un
componente provisional y de interpretación.
Como el propio
nombre del género lo indica, el ensayo es más una prueba que algo definitivo,
sus conceptos son más la consecuencia de una intuición o reflexión personal que
de una indagación sistemática.
El texto
académico tiene pretensión de totalidad y, al colocar al escritor y lector en
una falsa neutralidad, escenifica una situación que es menos leal que la
subjetividad expuesta y confesada. Cuanto menos se vale de la forma, mejor será
mostrado el contenido. Para Adorno, esta separación es consecuente de la
división entre ciencia y arte propia de un mundo cada vez más cosificado, y
ante esta realidad, promulga el carácter fragmentario del ensayo, su toma de
partido, sus ambigüedades, suas variadas interpretaciones, su manifiesto
espíritu crítico, su exposición al error.
El ensayo es un
género abierto a la divagación y la crítica. El tratado, en cambio,
circunstripto a un tema, debe aclarar la importancia de su objeto y limitarse a
él. El ensayo puede (y tal vez deba) desbordar su tema primordial, su objeto
(que deviene en un pre-texto).
El ensayo, que
está cerca del paper académico, es, por definición, descartable: nadie se
responsabiliza demasiado por ese texto, todos lo usan para seguir produciendo y
reproduciendo, negando y mutando el respeto por lo dado.
“El dogmático
no ensaya. El que merodea el saber, el marginal, duda, no sabe todo, no está
seguro, cuestiona. El ensayista recorre los baldíos del conocimiento y, desde
el margen, apedrea el edificio de la Ciencia: intenta, atenta y tantea.
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